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Tareas, expectativas, enojos y parálisis en la mediana edad

30/01/2012

“cuando hay tanta distancia entre lo que me gusta hacer, lo que me cuesta intentarlo  y los resultados que obtengo, me dan unos enojos terribles y no quiero hacer nada, pero… es una lástima dejar de hacer algo porque uno se enoje mucho”.

No hace mucho hablaba con un buen amigo sobre el desánimo y la parálisis que a menudo nos invade en la mediana edad cuando perseguimos algo que deseamos mucho y no podemos conseguirlo (o no lo suficiente).

En el proceso por conseguir lo que buscamos, cuando las cosas no salen como nos lo habíamos imaginado, nos suele asaltar un ejército de  “saboteadores burlones y prepotentes” una serie de voces internas perfectamente coordinadas entre sí, unidas  para decirnos que hemos hecho tarde, que ya no somos capaces, que no estamos preparados, que “eso” es para gente más joven, que…

El recuerdo de viejas heridas no cicatrizadas o mal cicatrizadas, acaba por hacer el resto y finalmente acabamos tirando la toalla y cruzándonos de brazos. Terriblemente enojados y lastimosamente paralizados solemos decirnos a nosotros mismos: “es lo que hay” o “las cosas son como son”, dos bálsamos de gran uso en nuestra sociedad y de más que dudosa eficacia. Parece que no hayan más perspectivas posibles y que la única alternativa disponible sea la parálisis.

Cuando esta frase apareció flotando en la conversación, a mi amigo se le ilumino el rostro y sin tregua alguna me dijo con una voz casi imperceptible: “te voy a pasar el link de un video en el que se narra un cuento especialmente escrito para  adultos en la mediana edad que ante las dificultades se enojan, se paralizan y se frustran y a ver qué me dices después”.
Aquella noche pude visualizar el video que ahora comparto con vosotros y me quedé encantado por la dulzura, la profundidad y la sabiduría, tanto del cuento como de Luis Pescetti el narrador.

En la midlife la vida nos plantea una serie de tareas y de retos, para los que sin duda estamos preparados, el problema acostumbra a ser que no nos lo acabamos de creer, que confundimos las voces con los ecos, que somos más vulnerables a los mensajes negativos que a los positivos y como gatos escaldados, hasta del agua fría huimos.

En la midlife, cuando ya hemos atesorado cantidades importantes de experiencia, conocimiento y capacidad, tenemos una especial oportunidad de cultivar y aumentar intencionadamente nuestros niveles de consciencia, consciencia que nos permitirá decidir que voces escuchar y que voces ignorar, que papeles interpretar y que papeles rechazar. La midlife es un tiempo singular para aprender  a hablarnos desde el cariño y no desde el enjuiciamiento, es el tiempo para aprender a escucharnos en aquello que es importante para nosotros y a descubrir que de bello y profundo hay detrás de las palabras que decimos.

Hay muchas formas de enfocar las cosas, una hoja en blanco puede ser una tarea inacabada y un acto de rebeldía o puede ser un bello dibujo (sólo visible desde el cariño) y una oportunidad de crecimiento y de felicidad.

Este cuento ofrece muchas enseñanzas y encierra mucha sabiduría, cada uno tendrá (como siempre) que encontrar la que más servicio le pueda hacer aquí y ahora.

El cuento dice “Haz sólo una marca y mira dónde te lleva”, yo te pido “Haz sólo un click en el video y mira dónde te lleva”…  Seguramente llegarás al mismo sitio. Ya me contarás.

 

3 comentarios leave one →
  1. 31/01/2012 10:02 pm

    Seré concisa y desde lo más profundo de mí: ¡Maravilloso! ¡El cuento, la narración y el narrador! ¡Impecable!

  2. susana beker permalink
    02/01/2013 1:21 am

    excelente!!!! me encanto la serie de mensajes que deja para pensar.!!! Y el narrador lo hace rebien, lo seguí con todo mi asombro.

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